La danesa Jessica Petersson, cuando ganó el GP de Loja. / CHAPA |
www.ideal.es JOSÉ IGNACIO CEJUDO.GRANADA Miércoles, 28 marzo 2018
Jessica Petersson conoce la peor cara del deporte y también lo que supone una adicción al trabajo, hechos que la llevaron a dar un vuelco a su vida
Jessica Petersson recuerda con cariño y orgullo su participación en los Juegos Olímpicos de Londres y Río, su vida como deportista de élite y trabajadora entregada, pero un día guardó silencio y se preguntó por sus prioridades y su felicidad. No estaba haciendo lo que realmente quería. Quemada de todo, Petersson comenzó a buscar su rincón en el mundo. Se documentó hasta encontrar Alhama de Granada. Acertó de pleno.
La danesa hizo su primer maratón hace ahora veinte años, a esa edad. Antes compitió como duatleta y triatleta de élite entre 2004 y 2006. En general, ha sido un animal competitivo desde los cinco años. «Creo que las pruebas en las que peleas contra todo son las que recuerdas mejor, como mi primer Ironman bajo temperaturas monstruosas o la maratón de Londres en 2012 pese a un desgarro», hace balance Petersson.
Huir de Londres
Compitió en las maratones de los Juegos Olímpicos de Londres y Río. Su estreno en la capital inglesa fue muy especial, habiendo además trabajado para la organización en recursos humanos. «Fue increíble porque vivía allí y mis amigos pudieron estar conmigo. Sin embargo, también fue difícil porque volví a correr para que mi padre pudiera verme pero su salud empeoró y no pudo hacerlo. Todas mis razones para competir se desvanecieron», repasa con dolor.
«Las enfermedades terminales de mi padre y mi primo me hicieron valorar cuán preciado es el tiempo», se reafirma Jessica Petersson.
Tuvo que huir de Londres. «Trabajaba como asesora en proyectos globales importantes y de tan excitantes me convertí en una adicta al trabajo», admite.
Se marchó a Colorado en 2013 con una visa deportiva para dedicarse exclusivamente al deporte y preparar los Juegos de Río. Esa condición la forzó a entrenar con dolor diario durante varios meses, hasta un periodo de reflexión en la primavera de 2016 que la terminó llevando hasta Alhama.
«Quería encontrar un equilibrio entre trabajado, salud y diversión, vivir en un lugar bonito con buen clima y tener una buena vida de nuevo. Leí algunos libros e hice algunas búsquedas sobre Alhama y sentí una vibración especial, difícil de precisar», argumenta Petersson.
Feliz en el GP de Fondo
Pisó suelo alhameño por primera vez un día de Reyes y desde el principio se enamoró de su autenticidad. Ahora, tras superar una lesión, corre en el Gran Premio de Fondo cuando puede para el Reach the End de Alhama. No hay quien le haga sombra. «Me encanta lo inclusivas y festivas que son las carreras, me recuerdan de qué va esto», expresa.
En Alhama vive de su asesoramiento como entrenadora deportiva y motivadora pero también hace de guía turística para extranjeros y trabaja en recursos humanos para consultoras del mundo de los negocios. Sin ganas de pelear por ir a Tokio, sí presume de estar invitada como élite a la próxima maratón de Boston. Jessica Petersson se ve muchos más años en Alhama.