Parajes de fácil acceso donde los árboles se tiñen de ocres y la hojarasca tapiza senderos Robles rojos en el Camarate, álamos en el Avellano, quejigares en Huétor, pinzapos y secuoyas para disfrutar de tu entorno más próximo.
Autores: Juan Enrique Gómez y Merche S. Calle. Granada
El color ocre dibuja el paso del arroyo de las Perdices. /JUAN ENRIQUE GÓMEZ |
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Parajes de fácil acceso donde los árboles se tiñen de ocres y la hojarasca tapiza senderos Robles rojos en el Camarate, álamos en el Avellano, quejigares en Huétor, pinzapos y secuoyas para disfrutar de tu entorno más próximo
El rocío se escarcha entre las hojas caídas. Sobre las piedras aparece un tímido verdín de musgos y líquenes. El paisaje viste de ocres, convierte laderas y riberas en cuadros impresionistas de tonos apastelados sobre los que incide el sol siempre rasante del otoño. Es la estación puente, el periodo de adaptación de la naturaleza a los rigores del invierno, el tiempo que las especies tienen para rebajar sus exigencias vitales y prepararse para soportar el frío y la escasez de los meses que aún quedan para el renacer de la primavera. Los árboles caducifolios pierden sus hojas, las dejan morir para ahorrar energía. Ocurre por fases, la falta de luz y capacidad energética elimina la fotosíntesis y el verde es sustituido por tonos rojizos que conforme avanza su degradación tornan al amarillo y al marrón, mientras que el viento y la lluvia cumplen con su misión de hacerlas caer para generar un manto orgánico que cubra los suelos y vuelva a iniciar el ciclo energético.
Este proceso genera paisajes de impresionante belleza, marca los ecosistemas, dibuja de color los diferentes espacios en la orografía y hace del otoño un tiempo perfecto para la contemplación de los bosques y conocer a sus habitantes. La provincia de Granada engloba una enorme diversidad de ecosistemas favorecidos por el hecho de aglutinar en su territorio desde la cota cero a la más alta de la península. Riberas de cauces que van desde la alta montaña al mar, con las variaciones de vegetación que se adapta a las diferentes altitudes que ello conlleva, desde robledales, castañales y acerales en las zonas altas, a alamedas, cítricos y frutales, tomillares y espartales, en las zonas bajas. La luz del otoño aporta un plus de belleza al filtrarse entre las hojas ocres; los días son cortos, predomina la alborada y el crepúsculo, elementos clave para alimentar misterios y leyendas.
Granada posee múltiples lugares donde es posible 'perderse' para vivir el otoño, desde la conocidísima vereda de la Estrella, para caminar entre arces rojos, castaños y llegar a los robledales ocres de las laderas de Cabañas viejas, a las interminables alamedas que se extienden sobre la Vega de Granada que ahora comienzan a amarillear antes de perder sus hojas, o el bosque encantado junto a Alquife, plagado de castaños centenarios, pero también lugares de fácil acceso, muchos de ellos cercanos a pueblos y ciudades. Donde haya un río o un arroyo, habrá riberas ocres de álamos, fresnos y sauces, y en las umbrías verdearán las arboledas perennes, los bosques de encinas, abetos y pinsapos. Mostramos diez lugares, una decena de bosques y riberas boscosas, dignas de ser visitadas y disfrutadas, ideales para 'perderse' al menos por unas horas.
1. Riberas de Dílar
Foto: Juan Enrique Gómez |
El cauce del río, en las inmediaciones de la Central Eléctrica, alimenta un bosque de álamos que, en busca de la luz, se alzan sobre los cortados y se visten de amarillos fuertes que se reflejan en el agua de Sierra Nevada.
2. Bosques del Camarate
Foto: Juan Enrique Gómez |
Desde la localidad de Lugros se suceden laderas y barrancos poblados de densos bosquetes de robles, arces y castaños, con alamedas en las zonas bajas del río Alhama, y prados verdes entre lajas de pizarra.
3. Dehesa de Júrtiga
Foto: Juan Enrique Gómez |
El gran quejigo de Júrtiga, entre Alhama de Granada y Zafarraya, se convierte en una enorme masa de mil tonalidades ocres, y junto a él, decenas de pequeños congéneres convierten la dehesa en un impresionante tapiz.
4. Los álamos del Avellano
Foto: Juan Enrique Gómez |
Junto a la ciudad, el valle del Darro es un canto al otoño. En el inicio del Camino del Avellano, las torres de la Alhambra se vislumbran entre las hojas, mientras que al fondo, tras la fuente,se inicia un tupido bosque de álamos centenarios.
5. Magia en el Fardes
Foto: Juan Enrique Gómez |
Hay quien otorga propiedades mágicas al arroyo del Fardes, antes de convertirse en río, junto al Molinillo de Huétor, un espacio de acerales y fresnedas rojas de otoño.
6. Secuoyas de Bolones
Foto: Juan Enrique Gómez |
También en la Sierra de Huétor, un bosque de grandes secuoyas, tras el cortijo Bolones, muestra su poderoso verdor en esta época.
7. Barranco de la Umbría
Foto: Juan Enrique Gómez |
Desde Puerto Lobo a la Alfaguara, el carril forestal pasa junto al barranco de la Umbría, surcado por un sendero hacia la Cruz de Víznar, es el lugar para disfrutar de pinsapos, el abeto de Andalucía, de más de 10 metros de altura.
8. Saucedas del Genil
Foto: Juan Enrique Gómez |
Junto al cauce, entre Cenes de la Vega y Pinos Genil crece un denso bosque que puebla las riberas. Es el sendero del Genil más cercano, un paseo bajo la protección de las ramas otoñales de sauces y álamos.
9. Alamedas de los Potros
Foto: Juan Enrique Gómez |
Junto al área recreativa de los Potros, entre Huétor y la Alfaguara, el marrón del verano se ha convertido en una explosión de amarillos intensos. Es un espacio para buscar setas y disfrutar del color y las mañanas cargadas de rocío.
10. Camino de los Ángeles
Foto: Juan Enrique Gómez |
La belleza de los cortados y tajos de Alhama, se intensifica con el colorido otoñal de las alamedas que pueblan las riberas del río, a lo largo del camino de los Ángeles, un sendero para observar la esencia del otoño en la media montaña granadina.